Hay que agradecer que un psiquiatra escriba con la claridad y sencillez de Alexander Lyford-Pike, y que escriba con un
amor apasionado y sereno a
la vez por la familia y su misión educadora.
Estas páginas son
una antología de su experiencia profesional, y ya el título anuncia su contenido: Ternura y firmeza; una
difícil armonía para padres con criterios
rígidos o con una fácil disposición hacia el cariño blando. Esa armonía
sólo se logra con una firmeza tierna o con una ternura firme, es decir, cuando los padres no se guían por el amor espontáneo sino
que optan por un amor inteligente por sus hijos, por cada hijo. No se trata de un equilibrio cuantitativo. La ternura y la
firmeza no son recursos ni recetas. Son los componentes de un amor verdadero,
que busca el bien de los hijos y no la comodidad propia.
¡Hijos con
personalidad! ¡Hijos que conquisten su libertad porque han aprendido a ser responsables! Estas metas no son
sueños sino metas posibles
para padres que efectivamente ejercen de padres y que entienden que la autoridad bien entendida es el mejor servicio
que pueden prestar a sus hijos.
Ternura y firmeza
también se pueden traducir como comprensión y exigencia, como
confianza y respeto, como libertad y obediencia, como intimidad
y apertura. Saber armonizar estos binomios constituye el arte de educar. La firmeza debe ser estimulante
y motivadora. La ternura por su parte es
la causa y el fundamento de la firmeza. Sólo se exige a los que se quiere.
Alexander
Lyford-Pike profundiza en estas claves, que no pasarían de ser palabras si no van
respaldadas con hechos. La coherencia y el ejemplo de los padres serán siempre imprescindibles.
Este libro es una ayuda necesaria para
las familias y para todo educador que quiera afrontar su trabajo con sentido
común.
Diego Ibáñez Langlois. Leer Ternura y firmeza con los hijos